Como siempre, el contribuyente

Uno de los cerebros que guían la economía española es el de Miguel Sebastián, frustradísimo candidato a la Alcaldía de Madrid y actual ministro de Industria. No había más chimpancés disponibles en el zoo de Sebastopol y Zapatero optó por él. Ha dicho el insigne economista que si cada español gasta 150 euros al mes en productos españoles, salvamos 120.000 puestos de trabajo. Si no hubiera tres millones de parados, yo hasta lo hacía, fíjese lo que le digo, señora. Lo que más repulsa me produce de este individuo es que tenga la santa desfachatez de quedarse tan ancho con este tipo de anuncios, después de que el Estado esté dilapidando miles de millones de euros en rescatar a bancos codiciosos, a empresarios codiciosos, a derrochadores de tomo y lomo, y todo a cargo del dinero del contribuyente. Ese dinero vale para reparar la mala gestión de bancos y empresas, y a mayores, el poco que nos queda en el bolsillo, tenemos que dedicarlo a comprar productos Made in Spain para salvar del paro a otros trabajadores. Bien, perfecto. Así las cosas, señor Sebastián, ¿sería usted tan amable de explicarme para qué narices vale usted? ¿Podría darme una sóla razón para que no piense que nos gobierna una tribu de ineptos sonrienes, con el tipo ese de las cejas al frente y su asqueroso optimismo antropológico? Como de costumbre, pa bien o pa mal, es nuestro bolsillo el que tiene que apechugar con los desmanes de los adinerados. Ahí se jodan y quiebren, y las empresas echen mano de su patrimonio para liquidar deudas, oiga. En días como hoy, de humor complicado, este tipo de anuncios gracibles y graciosos no me hacen puta gracia.