Esto no es lo que era, claro. Digamos que ha sido una mudanza forzosa a estos nuevos lares, dejando atrás el grueso de aquellas engorrosas listas de filias y fobias, de pragmatismos de otros tiempos (lo cierto es que llevaban ahí años sin ser actualizadas), de fotos revenidas y que, de estar en un escaparate, ya andarían con el color comido. Esto es más austero, más simple, más como me estoy volviendo últimamente. No penseis que esta pobreza estética va a perpetuarse por mucho tiempo, porque en cuanto encuentre un rato buscaré los modos de darle una mano de pintura a la cosa esta, y que este piso vacío tenga un toque personal, sin falta de volverlo a llenar de la basura de antes. Que sí, señora, que le daba encanto, pero que aquel blog era hijo de sus circunstancias, y este… es una adopción de una criatura que encontré bajo mi ventana sin otra solución que acogerlo en mi seno.
Queda por ahí el archivo, para aquellos que crean que esta bitácora nació ayer al calor de las modas. Esto va camino de los seis años, y contando. A los que me ayudásteis a empezarlo, a los que estuvísteis ahí mientras crecía, y ahora que asistís a su emancipación, gracias. Y al resto, pues que lo siento, que me gusta demasiado darle a la tecla por cuenta propia. Sirva los canapés, señora, que aunque sean de foie gras, esto es una inauguración.